Un experto en la comedia como Billy Wilder defendía que cada película que buscase triunfar debía permitir al espectador sentirse inteligente mientras está viéndola. Dejar que se adelante a lo que sucede, pero tampoco demasiado. Lo suficiente para sentir que está por encima de lo que está viendo. Claro, puede pasarse uno de frenada y que el espectador sienta que está viendo una estupidez.
Pero la estupidez deliberada puede ser uno de los artes más especiales y entretenidos que hay.