Apenas 30 años y con dolores de espalda. Y lo peor es que no es algo que me haya venido al cumplir las tres décadas, sino que llevo años arrastrando. Por eso, hace tiempo que decidí acudir a especialistas y la directriz fue clara: buenas posturas y ejercicio. Y en esto último, no vale cualquier cosa.
El problema al que me enfrentaba yo es que eso de hacer deporte me sonaba a mi época del instituto y las clases de educación física.