Cada vez que el presidente de China, una de los más importantes potencias económicas y militares del mundo, viaja al extranjero en una visita de Estado, se activa un complejo operativo de seguridad. Desde el transporte hasta la protección personal, todo está diseñado para minimizar cualquier riesgo y garantizar que la agenda diplomática transcurra sin contratiempo alguno.
En los viajes más complejos, China despliega una flota de Boeing 747.