El invierno está en sus temperaturas mínimas y eso puede afectar a las ganas de entrenar y al rendimiento en la sesión de ejercicio en exteriores. La exposición al frío no tiene que ser una barrera para realizar deporte, de hecho los humanos estamos preparados con mecanismos muy complejos de termorregulación diseñados para adaptarnos a grandes cambios de temperatura, especialmente a entornos fríos.