Hace unos días iba paseando por una zona en la que viví entre 2017 y 2018, y se me rompió un poquito el corazón al ver que aquella casa, en la que pude alquilarme una habitación que encontré a través de
Airbnb está en venta. Al mismo tiempo, esa calle, esa zona donde se ubica la casa, está llena de carteles creados por fondos de inversión y grandes empresas que recuerdan a los dueños de propiedades que su casa puede costar ahora el doble que hace 10 años, para fomentar a que se las vendan.
Tras años viajando por el mundo y alojándome gratis en mis destinos, veo que el dinero ha acabado con la "economía" del compartir
En el año 2017 me fui a vivir una temporada a Ciudad de México. Quería estar viviendo cerca de mis  amistades y busqué habitaciones de alquiler por la zona. Miré en diversas webs de renta de cuartos y acabé encontrando una habitación dentro de una galería de arte alternativo. Una galería de arte destinada a los artistas desconocidos, para que tuvieran un espacio donde impartir cursos, presentar sus creaciones, hacer conciertos o alcanzar contactos en el mundo del arte.
Hablé con la mujer que gestionaba el espacio y me gustó mucho. Los cuartos se rentaban principalmente a artistas, tanto locales como extranjeros y, si sobraban, además se aceptaban a otras personas, como yo, en este caso.