Durante años, pero su relación con la filantropía ha sido un tema de debates y de especulación. Y es que, a diferencia de otros magnates del mundo tecnológico, como
Bill Gates, cuyas donaciones multimillonarias son ampliamente publicitadas, Jobs optó por un enfoque diametralmente opuesto: dar en silencio, sin buscar reconocimiento ni aplausos.
En el ecosistema de Silicon Valley, donde las grandes donaciones suelen ir acompañadas de nombres grabados en edificios y anuncios de prensa,
Steve Jobs se mantuvo en la sombra. Durante décadas, tanto él como su esposa, Laurene Powell Jobs, destinaron millones de dólares a diversas causas sin hacer públicas sus contribuciones. Sin embargo, su reticencia a hablar sobre sus donaciones lo convirtió en blanco de críticas (pues se asumió que eso significaba que tales donaciones no existían).
La respuesta llegó años luego, tras la muerte de Jobs. Fue entonces cuando Tim Cook reveló, por ejemplo, que su antecesor había donado 50 millones de dólares a hospitales de Stanford, financiando un nuevo edificio más destacado y un hospital infantil.
Asimismo, el vocalista de U2 y colaborador de Apple en la iniciativa (Product)RED, salió en su defensa, asegurando que Apple había sido uno de los mayores donantes del Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, con contribuciones de decenas de millones de dólares para pruebas, tratamientos y asesoramiento en África.