La inercia es un poderoso motor. Paradójicamente, un motor encargado de evitar el movimiento. Hace una década aproximadamente cambié
Windows por Mac y pese a que de vez en cuando le doy otra oportunidad el SO de
Microsoft, siento que la manzana mordida sigue ganando para mi uso profesional, ofreciendo una experiencia más ágil y depurada. No recuerdo cuándo di el salto a
Google Chrome, pero sé que fue todavía antes.
Internet Explorer (que en paz descanse) era un dolor por lentitud que tuve que mantener operativo porque hasta hace unos años, algunas webs y trámites importantes solo funcionaban bien allí. A continuación pasaron por mis ordenadores otros como Mozilla o
Safari (bueno, pero mi fidelidad a
Google Chrome seguía inquebrantable: llegué por la velocidad y me quedé por todo lo demás.
Porque el navegador de Google da mucho gratis (aunque es un gratis con asterisco, porque ya sabes qué pasa cuando algo es gratis) una buena experiencia multidispositivo, tiene una interfaz intuitiva, resulta seguro y estable, la comodidad de las contraseñas y el historial sincronizados, útiles funciones extras como la integración con el traductor de la casa y por supuesto, todo un mundo de extensiones compatibles, tanto en calidad como en cantidad.
Pero todo esto son características por las que
Google Chrome se alzó al cielo de los navegadores y se ganó muchos corazones.