Atrás quedaron los días en los que OpenAI era una "pequeña startup" que dependía del patrocinio de
Microsoft para subsistir. Los primeros 1,000 millones de dólares invertidos por el gigante de
Redmond fueron esenciales para desarrollar productos como
ChatGPT. Aunque el flujo de dinero de los creadores de Windows no ha cesado, la compañía de inteligencia artificial (IA) actúa con mayor autonomía.
OpenAI gana independencia. Estos movimientos empezaron a hacerse evidentes cuando la compañía planteó un plan para dejar atrás el altruismo que alguna vez la caracterizó, con el objetivo de recaudar la mayor cantidad de dinero posible para alcanzar la AGI. Fue entonces cuando surgieron nuevas rondas de financiación, incluida una de 6,600 millones de dólares que logró cerrar en octubre del año pasado.
Más recientemente surgió Stargate, el ambicioso proyecto que busca consolidar el liderazgo de Estados Unidos en la industria de la IA, con OpenAI como uno de sus actores principales. Impulsada por
SoftBank, esta iniciativa llevó a un cambio en el acuerdo histórico con Microsoft: Azure dejó de ser el proveedor exclusivo en la nube para convertirse en un proveedor con derecho de preferencia. Esto significa que la firma liderada por Sam Altman ahora tiene la libertad de utilizar la infraestructura de otros proveedores o incluso construir y operar sus propios centros de datos.
Sam Altman y Masayoshi Son, nuevos socios estratégicos.