Dos fuentes comunes de retroalimentación parental utilizadas para moldear la conducta y la autoestima de los niños pequeños son los
elogios (es decir, declaraciones positivas diseñadas para reforzar conductas deseables en los niños o comunicar placer con el niño) y las críticas (es decir, declaraciones negativas diseñadas para parar o cambiar la conducta indeseable de los niños o comunicar desagrado con el niño). La ausencia de
elogios y el exceso de críticas cuando somos niños puede conllevar al desarrollo de algunos comportamientos en la etapa adulta
Los padres son una fuente poderosa de retroalimentación para moldear la conducta y el sentido de sí mismos de sus hijos pequeños. Es dentro de estas primeras relaciones que los niños comienzan a adquirir un sentido de sí mismos como capaces, competentes y amados.
El elogio es una forma común de proporcionar retroalimentación sobre el buen desempeño que puede aumentar la sensación de eficacia de los niños y motivar su aprendizaje. Hay padres que dirigen más
elogios a sus hijos, y otros que no lo hacen, lo que podría afectar al
comportamiento futuro.
Hay quienes dicen que los
elogios debilitan. Es cierto que destacar algo sobre la capacidad, el físico y cualquier aspecto puede tener resultados positivos, pero además negativos en función de cómo se lleve a cabo.