Cada vez que el presidente de
China, una de los más importantes potencias económicas y militares del mundo, viaja al extranjero en una visita de Estado, se activa un complejo operativo de seguridad. Desde el transporte hasta la protección personal, todo está diseñado para minimizar cualquier riesgo y garantizar que la agenda diplomática transcurra sin contratiempo alguno.
En los viajes más complejos,
China despliega una flota de Boeing 747. Según Simple Flying, mientras un avión está reservado para Xi
Jinping, otro transporta a su personal de acompañamiento y un tercero se encarga de la carga, incluyendo la limusina presidencial. Un esquema logístico que recuerda al que Estados Unidos emplea en este tipo de desplazamientos.
Boeing atraviesa tiempos difíciles, pero eso no impide que haya fabricado algunos de los aviones más emblemáticos del mundo. Un claro ejemplo es el Boeing 747, en servicio desde 1970 y aún considerado un referente en la aviación. Tanto Estados Unidos como
China lo han elegido para el transporte de sus mandatarios, siendo una pieza clave en viajes internacionales.
El presidente Donald Trump tiene a su disposición dos Boeing 747-200B (VC-25), en servicio desde la década de 1990. Estas aeronaves han sido profundamente modificadas para funcionar como verdaderos centros de mando en el aire, salas de reuniones y avanzados sistemas de comunicación y defensa para garantizar seguridad de nivel VVIP.